Leonardo da Vinci: las mil y un maneras en las que el “Hombre de Vitruvio” revela que el artista italiano era un genio
Nuestro mundo está lleno de diagramas: representaciones gráficas de todo. Pero hay uno, dibujado en la década de 1480 por uno de los más grandes talentos creativos de la historia, que nos ha fascinado y cautivado durante cientos de años y ahora es parte del tejido de nuestra cultura.
Fue obra de Leonardo da Vinci, y su nombre es el “Hombre de Vitruvio”.
Con él, se propuso capturar, a través de la ciencia y el arte -que para él eran una sola cosa- la perfección del cuerpo humano.
Pero en realidad es una respuesta a un antiguo problema arquitectónico sobre las proporciones relativas de edificios y hombres.
La solución de Da Vinci nos dio una visión única del cuerpo humano, obsesivamente simétrica, aparentemente simple, pero extraordinariamente hermosa.
Con ella ilustra una idea profunda: que el cuerpo humano es la creación suprema de Dios, la máxima expresión del Cosmos mismo.
En palabras de Da Vinci, “El hombre es el modelo del mundo”.
El reto
Como otros grandes artistas de la época, se inspiró en el redescubrimiento en 1414 de la única obra clásica sobreviviente del arquitecto e ingeniero militar romano Marco Vitruvio, titulada “De arquitectura”.
El trabajo seminal contenía un desafío que Da Vinci no pudo resistir.
“Para que cualquier edificio sea hermoso”, había escrito Vitruvio, “debe tener una simetría y proporciones perfectas, como las que se encuentran en la naturaleza.
“Y dado que el objeto más perfecto de la naturaleza es el hombre, un edificio perfecto debía ser proporcionado como el cuerpo humano”.
El desafío que plantea Vitruvio es colocar a un hombre boca arriba con los brazos extendidos y que los dedos de sus manos y de los pies toquen la circunferencia de un círculo cuyo centro es su ombligo.
Y también poner la misma figura dentro de un cuadrado.
El círculo y el cuadrado
El círculo y el cuadrado habían sido formas clave para Vitruvio y en el Renacimiento eran consideradas como las más perfectas de la naturaleza.
Algunos de los contemporáneos de Leonardo también trataron de resolver el famoso desafío.
Suponiendo que ambas formas tenían el mismo centro, produjeron figuras que no se veían bien, pues sacrificaban ya sea al hombre por la geometría o la geometría por el hombre.
Pero su habilidad para innovar y pensar lateralmente, le dio la clave a Da Vinci.
“Uno puede pensar que si tienes un cuadrado y un círculo, simplemente usas los mismos centros.
“Lo que Da Vinci pensó fue: ‘Tengo que tener un círculo y un cuadrado, pero no asumamos que tienen que estar en el mismo centro'”, explica Martin Kemp, profesor emérito de la Universidad de Oxford, uno de los principales expertos mundiales en el arte de Leonardo da Vinci.
“Tomó el ombligo como el centro del círculo.
“Luego descubrió que necesitaba deslizar el cuadrado hacia abajo: esa fue la clave, un movimiento que logra que todo funcione de una manera particular”, subraya Kemp.
El desplazamiento de los centros de círculo y cuadrado fue un toque magistral que armonizó la relación entre el hombre y la geometría.
Aunque el cuadrado no tenía el mismo centro que el círculo ni se circunscribía con exactitud en él, la asimetría logró la perfección.
Así, las manos también tocaban los lados del cuadrado y los pies descansaban sobre la base de ambas figuras geométricas, y las proporciones seguían siendo las del ser humano ideal.
Esas proporciones perfectas
La respuesta de Da Vinci al desafío de Vitruvio quedó dibujada con tinta marrón en una página en la que, además del gráfico, hay escritos que describen las proporciones del cuerpo.
En el primero de dos bloques de texto en escritura especular o en espejo, anotó las medidas del cuerpo ideal de acuerdo a Vitruvio. Además, especificó que:
Si abres las piernas tanto como para disminuir tu altura 1/14 y extiendes y levantas los brazos hasta que tus dedos medios toquen el nivel de la parte superior de tu cabeza, debes saber que el centro de las extremidades extendidas estará en el ombligo y el espacio entre las piernas será un triángulo equilátero. La longitud de los brazos extendidos de un hombre es igual a su altura.
En el segundo bloque de texto, describió el cuerpo modelo en fracciones, con frases como: Desde las raíces del cabello hasta la parte inferior de la barbilla es la décima parte de la altura de un hombre.