“Alvaro Leyva, te llegó la hora de decir la verdad”: Gloria Gaitán

 

Tú y yo nos “distinguimos”, como dice la sabia expresión popular. Porque es cierto que uno distingue a mucha gente, ¿pero conocerla? A muy poca.

Pues bien, esa relación, que se debe a que nacimos y crecimos en el marco de una misma generación y en nuestras mutuas casas se hablaba siempre de política, hizo que desde niños nos familiarizáramos con lo que acontecía en el país, porque en el ambiente de nuestros hogares se hablaba todo el tiempo de política. Claro está que no oíamos lo mismo, porque pertenecíamos a grupos reconocidamente opuestos.

En estos días hemos sabido que adorabas a Álvaro Gómez Hurtado, ajusticiado por las Farc. Él nació el 8 de mayo de 1919, mientras que tú naciste el 29 de agosto de 1942. Son más de 23 años de diferencia, lo que no impidió que fueran íntimos amigos, según lo has dicho, por lo que es de suponer que supiste de los “cortes de corbata”, o de “franela”, como también llamaban a esos actos de barbarie que Gómez puso en ejecución con los grupos de choque que lideró contra los gaitanistas, cuyos dramas nos contaba la gente que, después del 9 de abril de 1948, llegaba a nuestra casa a buscar refugio donde mi mamá.

También debiste saber que, bajo la dirección de Laureano Gómez, su hijo Álvaro dirigió aquel 6 de septiembre de 1952 la quema de las casas de Carlos Lleras Restrepo y de Alfonso López Pumarejo, así como las instalaciones de los periódicos El Tiempo y El Espectador. Mi casa, que también estaba amenazada, se salvó, pues mi madre, ante el inminente peligro que estábamos corriendo, emprendió conmigo en los primeros meses de ese mismo año un apresurado viaje para refugiarnos en Europa

Los gaitanistas sabemos perfectamente y no hemos olvidado las andanzas de violencia de Álvaro Gómez Hurtado. Pero hay algo que tú, como íntimo amigo de Álvaro Gómez, puedes dilucidar para que mi familia y yo podamos saber la verdad, que es algo que, como no lo logramos, nos carcome el alma. Pues bien, el prestigioso abogado chocoano conservador y laureanista Daniel Valois Arce, que ya falleció, en reportaje que le hiciéramos en el periódico Gaitán nos contó que él conoció a Juan Roa Sierra en las oficinas de Álvaro Gómez Hurtado en el periódico El Siglo, porque Roa en abril de 1948 era subalterno de Gómez. También lo declaró en la investigación, según me han dicho dos abogados que han leído el expediente del asesinato a mi papá, lo que yo no he hecho, porque cuando reviso las primeras páginas me enfermo y no puedo seguir adelante.

El periódico Gaitán no estaba a la vista del público en la Biblioteca Nacional, así que fui a reclamar, con dos amigos que pueden servirme de testigos, para que no lo siguieran teniendo escondido. Mis acompañantes y yo vimos, en primera página de uno de los ejemplares, el reportaje a Valois Arce. La directora de la biblioteca de ese entonces nos prometió que lo empastarían y así lo hicieron. ¿Pero cuál no sería mi sorpresa al ver que en los periódicos empastados en la colección que precisamente faltaba el que tenía el reportaje a Valois Arce?

La pregunta que hoy quiero que respondas es, aun cuando tengo muchas más para hacerte, ¿cuál era la relación de Álvaro Gómez Hurtado con el asesino de mi papá, Juan Roa Sierra?, ¿por qué en abril de 1948 lo tenía empleado en El Siglo bajo sus órdenes?, ¿por qué ese periódico acusó de inmediato a Fidel Castro de estar en Bogotá para el asesinato de mi papá?, ¿cómo supo Gómez instantáneamente de la presencia en Bogotá de ese jovencito desconocido que, en aquel entonces, era Fidel Castro?, ¿de dónde sacó tan precipitadamente Álvaro Gómez esa versión?

Yo podría seguir haciendo preguntas sobre muchos hechos que me intrigan. Llegará el día en que se publicarán, con pruebas al canto, hechos que exigen respuestas sobre los responsables del carrusel de asesinatos que vienen cometiéndose deliberada y sistemáticamente en Colombia a partir del año 1946, motivados por el hecho de que, en aquel momento histórico, el pueblo avanzaba indefectiblemente a la toma del poder y aquí la alternancia política está sentenciada a muerte por la oligarquía y sus agentes.

Tomado De Las Dos Orillas

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